Larry Clark
Todo mi mundo era una habitación de doce metros cuadros. Diminuto espacio en el que el caos campaba a sus anchas. En él cabían sueños, risas, lágrimas, ilusión, las primeras decepciones, las temibles inseguridades, libros amontonados por todas partes, sonrientes fotografías en Photomaton, cientos de esbozos bajo la cama, cigarrillos escondidos estratégicamente, discos de vinilo desperdigados por todas partes, alguna que otra partitura magullada, la vieja mesa de dibujo herencia de mi padre, temporales pósters de efímeros ídolos, la vieja cadena musical de tercera mano, las primeras caricias, los primeros besos y sobre todo los Stones sonando a todas horas...